Un poco de historia

Mi bisabuelo compró esta granja junto a una era en 1890. La heredaron mis abuelos que se mudaron aquí y fue el lugar donde nacieron 3 de sus hijos, entre ellos, mi padre. Mi abuelo, además, era capitán de un barco que traía los suministros a Fuerteventura.

Mis bisabuelos y mis tío-abuelos

Mis abuelos paternos

La casa cambió a alojamiento rural en el año 2000. Fue un proyecto de mis padres, Andrés y María Victoria, que decidieron traer el turismo rural a Fuerteventura. Querían demostrar que la isla es mucho más que un destino de sol y playa y, tras las reformas y mucho empeño, por fin consiguieron abrir las puertas y que los huéspedes se sintieran como en casa con las historias que contaba mi padre y los potajes canarios de mi madre.

Mis bisabuelos y mis primas

Mi bisabuela y mi abuela

Mis hermanos y yo somos ya la cuarta generación con vivencias e historias en esta casa. En el año 2017, mi padre me propuso tomar las riendas del hotel. Yo estaba en Austria y David en Gran Canaria. Yo decidí volver a mis raíces y él aceptó embarcarse en este proyecto. Queríamos seguir con el mismo concepto: abrir las puertas de nuestra casa a todo aquel que quiera conectar con la cultura, el paisaje y la historia de Fuerteventura.

Mis padres

David y yo

Como novedad, nosotros decidimos abrir la cocina para formar comunidad (y porque no cocinamos tan bien como mi madre). Debido a la Covid-19, probamos un nuevo concepto de desayuno que yo había vivido durante mis casi dos décadas trabajando en la dirección de una cadena de hostels europea: «Te puedes preparar tu propio desayuno y, mientras lo tomas en el patio, la cocina o el comedor de invierno, nosotros lavamos los platos». El concepto le ha gustado hasta a los más escépticos y ha dado lugar a muchas uniones maravillosas en nuestro patio.

Recuerda que nuestra norma principal es «Siéntete en tu propia casa».

Malole